martes, 20 de enero de 2009

IV. Con el ser amado (pág.114)



Hasta hace pocos días que comencé de nuevo a preparar con cierta ilusión una antigua oposición (los funcionarios nunca dejamos de estudiar del todo), estuve simultaneando la lectura de tres libros. Uno de ellos el ensayo que Pierre Bayard dedica a ese hecho tan cotidiando y tan inalcanzable como es el de la lectura. Dos palabras en mi caso: necesario y reconciliador. Os dejo este pasaje correspondiente al cuarto capítulo:

...¿Es acaso posible concebir que dos seres estén tan próximos que sus libros interiores lleguen, al menos durante un tiempo, a coincidir?. Resulta banal decir que nuestas relaciones sentimentales están marcadas por los libros, incluso desde nuestra más temprana infancia. De entrada, lo están por la influencia que los personajes de las novelas ejercen sobre nuestras elecciones amorosas, PUES TRAZAN IDEALES INACCESIBLES (Touché!!, Pierre cabrón!) con los que intentamos, sin lograrlo casi nunca, doblegar a los demás. Pero, de un modo más sutil, los libros amados designan el conjunto de un universo que habitamos en secreto y en el cual desearíamos que el otro pudiera ocupar un lugar a título de personaje...

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Extendería esa influencia también a los personajes teatrales y cinematográficos que nos habitan.
Este fin de semana me sumergí profundamente en mi mundo de la mano de Ingmar Bergman y Arthur Miller.
Primero, "Juegos de Verano" de Bergman. Asistí al nacimiento del amor entre Marie (por cierto, bailarina de ballet clásico) y Henrik, participé de su tragedia, su asfixiante soledad y su redención -la de Marie-, final sublime en el que se reconoce ante el espejo sin su máscara, ese maquillaje oscuro y desasosegante que fuera espejo de su penosa alma.

Además, ayer vi la versión cinematográfica de "Muerte de un viajante" de Arthur Miller, ya conoces la admiración y el especial cariño que le tengo a esa obra desde que trabajé sucintamente el personaje de Biff Loman. Sencillamente magistral.
La interpretación de Dustin Hoffman como Willy Loman es sobrecogedora, y el duelo con su hijo Biff (John Malkovich) en la última parte de la película es maravillosa.

Estas obras cuentan una parte de mi historia, la que me queda por vivir está situada ante una encrucijada, afortunadamente las grandes obras preparan para el camino.

Un beso, hermano.

Anónimo dijo...

Precioso post. La letra de la canción y "los mundos", nuestro imaginario, todos nuestros personajes, los posos que dejan en nosotros, conjugación perfecta. Es la lectura, la música, el cine, el teatro...lo que nos lleva, nos trae, nos habita, nos forma y no nos conforma, je,je,je. Lo mejor..... ya lo dice Anthony: I still have too many dreams!!!!! Un abrazo desde la parte del mundo donde las cosas crecen.Gracias.

A.S. Olivier dijo...

Aún recuerdo Toro Ferdinand cuando frente a alguna de mis gastadas lecturas me prestaste "Muerte de un viajante" en aquella Playa de Sutomore (adriático montenegrino)y también hice míos aquellos parlamentos de Biff junto a dos doncellas bronceadas de sal y de verano. Como bien dices, ciertas obras son parte de nuestra historia, engrandeciendo aún más ciertos pretéritos excelsos. Abrazo enorme para ti desde aquí, hermano.

En cuanto a mi segunda anónima, doncella presente que arropa los miedos y la oscuridad del invierno, tenemos una cita el día once de mayo en Madrid. ¿ah? ¿tocará another world? Crucemos los dedos.

Anónimo dijo...

Ahhh!...daría lo que fuera por volver a ese atardecer veraniego en Sutomore flanqueado por tí y aquellas dos montenegrinas vestidas de sol, salitre y algún verso de Baudelaire.

Después de eso, me evaporaría para no volver nunca más.

Un beso.