viernes, 28 de agosto de 2009

Valor del pasado

Agosto. Año 2005. Lago de Grza, cordillera central, Serbia.
Pese a los consejos de Ksenija y de los viejos habitantes
del lugar decido saltar. Aún recuerdo el golpe seco de las manos abriéndose
camino en el agua. Fue como enterrerar el cuerpo en un granizado de limón
y manzanas verdes. A las pocas horas
caí enfermo, una fiebre intensa se apoderó de mi cuerpo.
Han pasado cuatro años y hoy, padadojas de la vida, tampoco me
encuetro del todo bien. Me pregunto qué esperaba de la vida en aquellos días,
qué miedos me acechaban en el interior profundo de aquellos bosques.
¿Serían los mismos que hoy me rondan? ...

domingo, 23 de agosto de 2009

Body Heat

Suena la primera parte del Concierto de Colonia de Keith Jarret. Afuera o adentro 35 ºc que se pegan al cuerpo como un mar de dudas. Pienso en Body Heat, pocas películas han sabido plasmar de forma tan perfecta la canícula y el sudor inherentes a los más perversos veranos como "Fuego en el cuerpo" de Kasdan. Los días se suceden, uno de detrás de otro, rítmicos en su devenir y en su fuego oculto. El asfalto arde de la misma forma en la que que arden las ideas.Madrid, lejos del aire acondicionado de las horas laborables, es un refugio en llamas.
Pero he decidido quedarme, y rellenar el vacío de sus calles cuando me da por salir en busca de brisas nocturnas y hechiceras.
No obstante estoy más bien de "puertas para dentro". The Wire y Los Soprano son mi única Tv estival: gracias HBO por existir. "Cometas en el Cielo", "A sangre fría" y sobre todo "Historias de Nueva York" de Enric González, han sido tres maravillosos festines estas últimas jornadas. Música por doquier y descubrimientos sabrosos. Y sobre todo, cuando el ruido externo e interno acechan, duplicidad deportiva, ampliando sectores y tipos de entramiento. Paradógicamente he descubierto que mi momento preferido del día es uno en el cual combato al calor de la mano de su mejor cómplice, con "más calor" aún. La sauna y su vapor constituyen estos días mi guarida. Allí dentro, solo, durante esos diez o quizá quince minutos de silencio y secreción, nadie aturde, nada invade. Una paz y un reposo magistralmente rotos por el agua gélida rompiendo finalmente sobre las sienes.
Y respiras hondo, agitado ...