domingo, 16 de noviembre de 2008

La mirada que cambia la realidad


Es domingo. La mesa del despacho está cubierta con prensa y restos del desayuno. El sol penetra en forma de flecha poliédrica las ventanas de la Unidad. La jornada avanza gradual, tranquila. Estoy solo, no hay más humanidad en todo el espacio que cubren las siete plantas del edificio. En pocos días cambiaré de prefijo y siento la necesidad de hacer balance, desde aquí, lejos de todo.(Prepararé un expresso mientras Antony&The Johnsons y sus Black Soft Stars inundan el estudio)
La vida pasa y todo alrededor se modifica, muda su piel. Frente a esta verdad material me sitúo yo, el ser que duda y no acepta, que huye en su disconformidad crónica hacia un ayer dotado siempre de mayor esplendor y pureza. Quisiera inventarme un presente construido a base de preciosas aventuras, de islas oníricas en las cuales poder renacer hora tras hora, de intersecciones radiantes y madrugadas menos opresivas. Pero la realidad adolece más bien de una calma uniforme, invariable. Días que se parecen excesivamente los unos a los otros y un cambio, que por más que lo intento y lo persigo, no acaba de producirse.
Creo que ha llegado sin duda el momento de detenerse, de encontrarse cara a cara en soledad, donde sin duda se conoce uno mejor a sí mismo. Deshacer lentamente los excesivos porqués, manipular cuidadosamente la duda y trazar mi particular cartografía del miedo en este viaje que no especifica destinos finales pueden ser tareas urgentes a ejecutar en posteriores entregas. Recuperar el pulso al vocablo decisión y su más extenso significado (audacia, osadía, valentía, valor, atrevimiento, intrepidez). Alejarse de metas autoimpuestas, de usos sociales, de nóminas que llegan puntuales el veintinueve de cada mes y observar más que nunca hacia dentro lo que se mueve, ese giro lento del alambre que dibuja su particular y recóndita espiral. Intentar al fin salir idemne de cierta teoría y de su limpia caligrafía.

Y tú serás de fondo, como siempre, anhelo y memoria de unos días luminosos que aún están por llegar.

you and i will meet one day
under the night sky
lit by soft black stars.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Contigo caminan día a día aquellos que amaste y que dejaron huella en tu razón de ser. Queremos ser lo que no somos y la solución no es huir (para uno mismo, cambiar de aires) infinitamente. Entiendo lo que ahora sientes, lo reconozco en mi mismo, pero por muchas novedades que haya en la vida (nueva ciudad, gente, pareja...) todo, con el tiempo, se torna gris. Veo como mi gente sigue el curso de la vida sin oponerse a ella, sin plantearse los cientos, digo miles, de porqués que surgen a mi paso. Quizas somos nosotros (yo, en este caso) los que no estamos conformes con nosotros mismos?

A.S. Olivier dijo...

Fuga o lucha, he ahí el quid de la cuestión.
Mientras resolvemos la duda y decidimos el camino a seguir, sintámonos dichosos por haber bebido ambos de las aguas de Elba.

Te quiero maestro.

Miss Underground dijo...

Simplemente bellísimo...