Un deseo, una marea.
La hija y el padre,
quizá ella es la que graba a sus espaldas.
Un sueño de verano proyectado en una playa que
para mí posee nombre.
La vida más allá,
sabiéndose
hermosa,
frágil,
indestructible.
Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo
Un deseo, una marea.
La hija y el padre,
quizá ella es la que graba a sus espaldas.
Un sueño de verano proyectado en una playa que
para mí posee nombre.
La vida más allá,
sabiéndose
hermosa,
frágil,
indestructible.

Él mira hacia otro lado
para no ver lo que ella esconde.
Ella hace mucho ruido
para no oír lo que él se calla.
Dan una vuelta más de tuerca a su horizonte.
Se asoman al abismo del espejo
y tienen miedo
Tirar una moneda y pedir un deseo,
a mil metros de altura mirar las tempestades.
Barcos de amor hundidos, ondas azules
Círculos que se agrandan buscando un centro nuevo.
Aprender a olvidar para empezar de cero,
porque sin ti mi mundo es un lugar helado.
Inventárselo todo,
no queda más remedio.
A tu manera
o a mi manera,
otro tipo de amor.
el invitado estrella a mi sonorama particular. Frescura, dominio
de las máquinas y ritmo contagioso en esta impecable propuesta.
Quizá también porque estos días necesito pensar menos
y bailar más.
Ya sé qué hacer.
Llenaré el depósito de mi Alfa SS con ritmo y gasolina dulce.
Es una buena canción para lanzarse a la carretera
y empezar el viaje.
Aullido
Escrito a finales de mayo como ejercicio semanal para el Laboratorio de Creación Poética.
Tras leer "aullido" de Ginsberg se proponía al alumno, mediante una escritura torrencial y sin posibilidad de "revisión" parir su particular radiografía del consciente-inconsciente de ese instante preciso. Bien, este fue el resultado. Lo comparto pues dejó de pertenecerme aquella misma noche...
Hace unos días creí marcar mi futuro sobre una mesa en DelDiego. Un Gin Tonic como sólo el gran jefe sabe mezclar, una obra de teatro a la espera, un buen amigo y mejor chamán frente a mí y una tirada de tarot bajo la atenta mirada de las paredes de este templo sagrado en Madrid. En un sitio así los arcanos imprimen mayor belleza a su propia interpretación. Lo que un lance de cartas arroja siempre es secreto de confesión, pese a ello, diría que concuerda con una de esas mini verdades interiores que albergo. En fin, uno de esos "momentines" madrileños a sumar.
Hace tiempo que mido la vida a corto plazo, a sabiendas de que precisamente son los pequeños azares del destino los que en más de una ocasión marcarán el verdadero itinerario por el que ésta finalmente discurrirá. Pocas cosas esperaba de esta última etapa de sacrificio y estudio. Más que una aspiración hacia las altas esferas de una organización a la que por otros caminos y méritos creo haber llegado ya, tenía una especie de imagen onírica grabada en mi mente como un suceso más que posible.Cedo gustoso el testigo en estas horas de retiro y estudio claustral a mi hermano del sur. Tu palabra destila pasión y equidad frente al paso de los días y esos pequeños naufragios que todos sufrimos.
LLegó a tiempo, créeme.
Hab Dich lieb.
Yo, por mi parte, os dejo con él:
http://enlosmargenesdeeuropa.blogspot.com/2010/01/amigos.html
Décimo aniversario de un disco que marcó un antes y un después en mi devenir musical. Aún recuerdo como si fuera hoy aquel programa de Área reservada en el cual escuché por primera vez la voz de Gabriela. "Fire of Love" me dejó sin aliento durante días hasta que por fin pude conseguir el disco en "Flash records". Me ha acompañado a lo largo de estos años en momentos demasiado especiales como para olvidarlos. El segundo tema de la escucha que propongo a continuación, "wanting", se lo quiero dedicar a Noema, Friedrich, Kasia y Ángel por aquellas noches infinitas en Dresden y Berlín, llenas de magia y seducción junto a ésta y otras melodías. A Ruth, porque hoy es tu cumpleaños y sé que a ti esos ritmos lentos te apetecen siempre. Y por último y muy especialmente, a mi tío Luis Lamillar, que por aquel entonces recibía esta y otras recomendaciones con cariño y satisfacción desmedidas, haciéndome muy feliz con su gratitud.
Todo parece hoy un sueño. Uno de esos viajes que estremecerán tus sentidos hasta el último de tus días. Demasiados rostros, excesiva la generosidad recibida, irrepetibles los momentos de carcajada y complicidad. Un viaje, tres etapas, una única magia. Los días en el apartamento de Jersey City estuvieron llenos de sol y deseos, junto a mis dos anfitriones Rob y kasia. Inolvidables los desayunos en la terraza de la calle mercer y el trato recibido para quien acostumbra a ser más anfitrión que invitado. Qué bien sienta NYC una vez digerida la potencia y el estruendo emocional que producen las primeras visitas. El día compartido junto a Carlos en D.C. todo un encuentro lleno de sabrosos detalles y amistad. La capital fue sin duda un dulce descubrimiento. Recoger a César, José y Juan Carlos en el JFK días más tarde y empezar un viaje en nuestro Chevrolet Tahoe a lo largo del estado de Nueva Jersey fue algo especial. Juntos confirmamos que el polvo de arena de Atlantic City puede convertirse en oro, y que la vida puede que sea sólo eso, una partida de Black Jack en los bajos de nuestro hotel, el Taj Mahal. La casa de Mikell y los días en Asbury Park seguro que serían los elegidos por los cuatro como los más queridos. Sólo el mejor y más dedicado fan del boss que conozco (César) podía arrivar nuestro chevi hacia una orilla tan enigmática y bella. Cuánta melancolía y emoción atlántica se respira en aquel paisaje aparentemente yermo. Las noches en el Watermark, el Stone Pony o el Wonder Bar son historia y futuro pendiente. Quién sabe cuántas promesas nos hicimos paseando a lo largo del boardwalk. La hermosura de esas playas tiene algo de indescifrable, de secreto velado para el viajero, que inconsciente, quedará afectado para siempre por el salitre de su magia.
Suena la primera parte del Concierto de Colonia de Keith Jarret. Afuera o adentro 35 ºc que se pegan al cuerpo como un mar de dudas. Pienso en Body Heat, pocas películas han sabido plasmar de forma tan perfecta la canícula y el sudor inherentes a los más perversos veranos como "Fuego en el cuerpo" de Kasdan. Los días se suceden, uno de detrás de otro, rítmicos en su devenir y en su fuego oculto. El asfalto arde de la misma forma en la que que arden las ideas.Madrid, lejos del aire acondicionado de las horas laborables, es un refugio en llamas.
Treinta años de didáctica artística incontestable y treinta horas de homenaje a todos los que fueron, son y serán. Vivo estos instantes emocionado, conociendo voces y programas desconocidos hasta ahora para mí, participando de este cumpleaños al cual todos debemos sentirnos invitados. ¡Qué suerte de anfitriones y de fiestón!. Los oyentes llaman emocionados durante este marathón radiofónico, y cada uno dibuja en sus palabras agradecidas ese sueño individual que habita en cada uno de nosotros cuando pensamos en R3. Cuánto hemos aprendido junto a ellos, cuántos de esos programas que hoy rescatan en su honra son parte de nuestras biografías particulares. Cada uno tiene sus favoritos, lo sé.
Llevo unas cuantas horas preguntándome insistentemente cómo se sobrevive al látigo de la belleza, a la embriaguez estética que me invade desde que abandoné los canales sumidos en las noches blancas de San Petesburgo. ¿Cómo continúa la vida tras este derrame excelso de hermosura y encanto?. Jamás una conclusión tan rotunda como la que imprimió en mí Moscú había habitado antes mi mente. Todo parecía nacer de este ser tan titánico llamado Mockba. Decenas de viajes y estancias durante estos años de adolescencia y juventud al este de la vieja Europa que parecían ahora converger en las calles de Tverskaya. Un alma que permanecerá atada para siempre a aquellos primeros arpegios de Tosca en el Bolshoy.
...¿Será eso lo que me entristece? ¿el celo y la fe que me colmaban en aquella época, mi empeño en arrancarle a la vida una promesa que de ningún modo podía cumplir? A veces veo en las caras de los niños y los adolescentes el mismo celo y la misma fe, y los veo con la misma tristeza con que recuerdo los míos. Esa tristeza, ¿no será la tristeza pura? ¿Es eso lo que nos sobreviene cuando, al mirar atrás, los recuerdos hermosos se nos vuelven quebradizos, al ver que aquella felicidad no se alimentaba sólo de la situación del momento, sino de una promesa que no se cumplió?...
Pd. Dejad que sea Pájaro Sunrise con su preciosa versión del Hungry Heart del Sr. Springsteen quien haga de BSO a ese itinerario de sol, arena y sueño ......

Los martes son, para ciertos habitantes de Magerit, rampas aún si cabe más escarpadas de cara a la coquista de ciertos deseos inconfesables. La noche previa, existe una parada impuesta alrededor de las diez de la noche para reconocerse en el espejo de las vidas que relata el programa "Madrileños por el mundo". La semana pasada le tocó el turno a la Isla Sur de Nueva Zelanda. Más allá de la belleza casi lacerante del paisaje, lo verdaderamente interesante de este programa (desafortunadamente copiado por otras cadenas) son ciertos testimonios de los que un día decidieron emprender una nueva vida lejos de los suyos y reinventarse al otro lado de la orilla. En los que han permanecido a lo largo de los años fieles a una nueva cultura siempre hay un mismo denominador común: el amor. Ahora que lo pienso, todos los amigos que decieron quedarse cuando yo impuse mi salida lo hicieron de la mano de otra persona. Y allí continúan, forjando su particular armandura de vida. La voz de Caleb Followill y su "use somebody" podría ser una perfecta BSO para esos instantes en los que me sentí parte de alguien, lejos de aquí.
Huelga de metro, sólo servicios mínimos entre las 7 y las 9 am. No voy sólo, Van ha decidido apretujarse conmigo en el vagón. La portada crepuscular de su Avalon magnetizó mi alma desde el primer instante. El comboy abandona la oscuridad de la primera estación, y enconsertados nos arrojamos a la luz natural de las paradas de Batán y Lago. Enciendo mi Mp4. El piano de "Whenever God shines his light" me hace sonreir. La chica de la esquina me mira, y juntos nos imaginamos. En ese momento, con un movimiento inadvertido paso al siguiente corte, "contacting my angel".
Quizá por eso de que afuera reina por fin la diosa Luz, me han entrado fuertes deseos de reecontrarme con el azul lisérgico de la noche y sus ritmos entrelazados. Wind, Charada, Cool y sobre todo el Mondo son referentes inexcusables de la cultura "club" madrileña. A veces compensa una buena siesta y retrasar tu ocio hasta la hora que dicte el gurú de la sala elegida. Una vez allí, sólo es cuestión de dejarse atrapar por la marea de belleza y la estética impuesta. Eso sí, sin pretensiones ni aspiraciones heroicas.
Qué ilusión me hizo hace ya algunas semanas pasarme por mi frutería y toparme de frente con esas cajas repletas de fresones onubenses. Sé que sois legión los fans de las fresas con nata, o que otros las dejáis macerar en leche, o las coméis simplemente con azucar. A mí me gustan en batido. Leche de soja, azucar morena, fresas, dos cubitos de hielo pequeños y batidora al canto. Luego simplemente echar un buen trago y sentir ese frescor púrpura inundando tu organismo. ¡Buahh qué rico!
El pasado 30 de Enero murió este honorable alemán, de profesión juguetero e inventor de los famosos clicks de playmobil. Cuando leía el otro día el artículo en la prensa me vinieron multitud de reflexiones a la cabeza. De repente ponía nombre y cara a un personaje que ocupó una parte extensísima de mi infancia cubríendola de imaginación y fantasía a lo largo de tantos años. Los clicks fueron mi juguete por excelencia (desplazados a ultimísima hora por los GI.joe). Tardes infinitas en mi jardín mezclándolos con tierra, geranios y lagunas improvisadas. Mañanas sin final en casa de mis abuelas convirtiendo sus sofás en campos de batalla y redención. De cómo siempre me enamoraba de la caja de clicks que mi madre exponía en el escaparate de su mercería de la calle Cisneros y me los acababa pidiendo para el cumple. 
Catorce noches agolpadas en la trastienda de un tiempo agotado en su compromiso, como si de una parada técnica en una de esas fábricas de extrarradio se tratase. Tú, el animal rabioso que espera y desespera, que otorgará su golpe certero a la presa en el momento preciso frente a su primavera creciente. En medio de este desierto de personajes que ni están ya, ni se les espera, preparo mi asalto con los pocos que no desfallecen hacia estancias más altas en busca flores agrestes. “Lo bueno, para los buenos”. En medio de esta estepa, una película, un crepúsculo bañando días y noches con su estela de arándano. My Blueberry Nights va más allá de la ruptura, de los propios recuerdos o sus sueños anexos. Conmovido desde primer segundo de metraje por un color y una estética de tonos suaves, sumido en un atardecer sin final, deambulé junto a Elizabeth y Jeremy en esa exploración de los abismos que son la soledad y el vacío.

Mañanas como la de hoy, envueltas en este otoño lóbrego y desapacible sólo pueden levantarse de la mano de un buen disco. Hoy Mccoy Tyrner, eterno compañero de Coltrane, deshizo de un plumazo frío y dudas con su impresionante “flying high”. Volé hasta el mediodía creyéndome en uno de esos días soleados de verano donde todo apetece. De camino a Liencres junto a Marta, degustamos lentamente a Aaron, barriendo Molko asfalto y nubarrones a su paso. Me encanta el aspecto desangelado y triste de esta playa con filtro de luz B&W. Escenerio perfecto para un charla distendida y un reencuentro. En Maliaño, mis Arrancacorazones (un estrella en la Guía Michelín de los anfitriones) me esperaban Negroni en mano y compases de Cohen para dar carpetazo a la tarde de lunes. ¿Qué más se puede pedir? Permítanme sugerir un poquito de Sade y su Stronger than Pride para despedirse por hoy ahora que el único abrigo son las vigas de madera de esta buhardilla y esta canción titulada I Never Thought I'd See The Day.


Fue aterrizar y acribillarme de inmediato una ráfaga de pretérito y bienestar. El otoño se hizo presente nada más dar los primeros pasos alrededor del centro histórico de Oslo. Una naturaleza sublime y excelsa recogía las primeras miradas, en mi caso atónita y sin embargo entregada al espectáculo. Hay algo en estos países que me conecta al instante con ese "Yo" más inconsciente, un baúl que encierra en ocasiones verdades inconfesables. Deambular sin prisa y sin rumbo cierto por ese pueblo llamado Drobak era premiar a tus sentidos más agudos. ¡Qué gran país!¡qué rostros vieron mis ojos!, que diría el poeta. De las copas canallas a dieciseis euros (granizados de cocacola), del Masawa y de un país llamado Nigeria, de un tal circo mecánico así como de los tés que se combinan con cervezas en paradas obligadas
Durante mi periodo vacacional en Santander recibimos una visita inesperada y maravillosa, mi tío Miguel, uno de los mejores amigos de mi padre. Apenas estuvo con nosotros tres días, pero tuvimos tiempo de deshojar al menos un par de noches, y conversar de forma tranquila acerca de tiempos pretéritos y vigilias más perennes. Me confesó, que ahora que se prejubiló y se mudó a un pequeño pueblo de Extremadura, lleva una vida tranquila y conscientemente desordenada. Entre otras confidencias, me comentó que una forma de recordar a su viejo amigo y la pasión de éste por la bossa, era cenar todos los días junto a su mujer alrededor de las doce de la noche y acompañar ese ágape con las melodías brasileñas que nacen cada madrugada del programa de Radio3 “Cuando los elefantes sueñan con la música”. Me pareció un bello y sincero homenaje a la fidelidad.
Existe un proverbio chino que reza "del encuentro nace la vida", y afortunadamente a esa confluencia de seres y anhelos tuve la suerte de asistir a mitad del mes julio. Nuevamente mi mirada testimoniaba la unión de dos leyendas, dos poderosas cartas capaces de ganar en cualquier mesa. Mientras sonaban acordeón y violín en un unísono de enorme generosidad y belleza, me pareció que fuera de aquel palacio con vistas al mar el mundo se detuvo, conmovido quizá por el esplendor que reside al margen de lo dictado. Cambiamos el arroz por el gel de las burbujas, la opacidad del rigor por la verdad de los espacios improvisados. Saltamos en las fotos, bailamos a la sombra de un cielo abierto y canalla, degustamos miradas, comimos y bebimos todos juntos al cobijo de nuestra pareja. 